
Llevo años hablando con responsables de Google a varios niveles sobre la absurda e histérica manera en que la compañía interpreta las peticiones de retirada de contenidos en virtud de la DMCA: si montas un sistema así, tienes forzosamente que supervisarlo de manera manual y que castigar duramente su abuso, porque si no lo haces, pasa lo que pasa: que siempre abusan los mismos. Así, a lo largo de la historia de YouTube, miles de usuarios han visto cómo vídeos que entraban perfectamente dentro de lo que puede y debe ser considerado como uso legítimo, eran eliminados o silenciados porque el enésimo talibán del copyright que se cree un dios se dedicaba a utilizar el sistema a modo de radar hipersensible, disparando sin mirar a todo lo que se mueve. Bebés bailando con una canción de fondo, parodias perfectamente legítimas, videos educativos que únicamente reutilizan fragmentos, y todo tipo de casos de evidente fair use. El resultado son millones de pequeñas reclamaciones, de problemas aparentemente minúsculos a los que una compañía que depende del contenido subido por millones de usuarios ha hecho en casi todos los casos oídos sordos, dando la impresión que nunca debería dar: que concede automáticamente y sin pensarlo las peticiones injustas de los poderosos, mientras ignora las reclamaciones justas de los usuarios de a pie. Compañías con carta blanca para abusar del sistema y retirar el contenido que quieran sin miedo a posibles sanciones porque jamás tienen lugar, una YouTube que retira todo lo que estas compañías le piden, y una asquerosa sensación de doble rasero impresentable que siempre da la razón a los mismos. Un sistema radicalmente sesgado en su concepción y pensado para su abuso.
El copyright hoy en día es un sistema diseñado para favorecer el abuso, la censura y todo tipo de excesos. Las reglas mal hechas están para ser cambiadas. Ante una reclamación por copyright, el comportamiento de YouTube debería ser exactamente el contrario: en primer lugar, ponerse del lado del usuario y suponer que la reclamación es, dados los antecedentes históricos, más que probablemente un abuso; y solo tras comprobar que efectivamente el vídeo incumple los términos de uso y que no entra dentro de ninguno de los posibles supuestos de uso legítimo, proceder eventualmente a su retirada. Ante un abuso tan patente y tan constante, es claro que un sistema basado en “disparar primero y preguntar después” no es la forma adecuada de proceder.
http://www.enriquedans.com/2012/08/la-estupidez-del-copyright-hoy-en-dia.html
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